Desperté sobresaltada.
En las ultimas dos semanas mis sueños se habían vuelto mas intensos y vividos que en ningún momento, además este ultimo sueño, había sido el mas vivido y tenebroso de todos. En los últimos sueños había estado en un bosque frió y húmedo, me encontraba perdida y escuchaba los gritos, pero el que me acababa de ocurrir tenia cosas nuevas y horripilantes.
En medio del sobresalto no me había dado cuenta que la boca me sabia a hierro, a sangre, con la lengua rebise que no me hubiera mordido mientras dormía, pero no, no había nada extraño. Mire el relój y note que ya debería levantarme y organizarme para ir al instituto. Me senté en el borde de la cama y me puse mis pantuflas, después me recoji el cabello y salí de la habitación. Baje las escaleras con cuidado de que no rechinaran, para no despertar a mi hermana Samanta y me diriji a la cocina. Ya en la cocina me serví un poco de cereal y galletas, me las comí con desgano, ya que no tenia hambre, cosa rara, porque siempre cuando me levanto corro a la cocina hambrienta a tragarme la nevera. Cuando termine de desayunar subí las escaleras y me metí en el cuarto de baño. Me acerque al lavado y me mire en el espejo y ví que mis labios estaban muy rojos y mis ojos mas negros y dilatados, supuse que era por el terrible sueño que tube, o también podría llamarse pesadilla. Entre a la ducha y abrí la canilla de agua fría, a ver si con esto se me borraría de la mente la pesadilla y dejaría de pensar en ella.
Cuando salí de la ducha, de nuevo me mire al espejo y trate de recojer mi cabello, mi negro y liso cabello, igual al que tenia mamá, tan negro como la noche y tan liso como la seda, solo que a ella le quedaba perfecto con sus suaves y perfectos rasgos y sus ojos verdes; en cambio, mis padres decían que yo era igual a mi bisabuela, con los ojos negros y tan pálida como una tumba, bueno, nunca lo he podido comprobar, porque ni siquiera tengo fotos de ella.
Entre a mi habitación y me puse una camisa color azul con un suéter negro, unos jeans desgastados y unos tenis. Solo hasta el momento en que me dirijí a buscar mi bolso con los libros que se encontraban en un sillón junto a la ventana, me percate que antes de salir de la habitación estaba cerrada y ahora estaba completamente abierta; no habría podido ser el viento, porque el día estaba caluroso. Cerré la ventana y cojí mi bolso, cuando lo levante, debajo de este había una pequeña nota con que decía: "Alejate de la sangre". La rompí y la bote de inmediato, después salí corriendo para el instituto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario