jueves, 18 de marzo de 2010

DESCUBRIENDO (CAPITULO IV)

Desperté mareada en mi habitación, lo ultimo que recordaba era que me había adentrado en el bosque, alguien me había agarrado por detrás y había quedado inconsciente, bueno, a decir verdad, recordaba mucho mas que eso, solo que no quería pensar en aquellos detalles.
Estaba bastante confundida, ¿como es que había terminado en casa?
Me senté al borde de la cama y mire el relój que había en mi mesita de noche, eran las seis de la mañana y era domingo. No quería pensar en lo que me había pasado en el anterior día, así que intente distraerme acomodando mi horario para el domingo. Me puse mis pantuflas y salí de la cama, me dirigí hacia el tocador para cojer una hebilla para mi cabello, pero al mirarme al espejo, note que llevaba puesto la misma ropa del día anterior, solo que mis pantalones estaban rotos y los codos de el suéter negro estaban sucios, recordé, que había tropezado en el bosque y que me había aporreado la cabeza, al recordar esto, me empecé a examinar la cabeza, pero no encontré nada y el resto del cuerpo también estaba intacto. Decidí no prestarle atención, me cambie la ropa por una sudadera y una camiseta y salí de mi cuarto para la cocina.
Mi hermana todavía estaba dormida, así que trate de no hacer demaciado ruido al bajar las escaleras, sabia que llegaba demaciado tarde de trabajar en el hospital, llegaba rendida y no le quedaba suficiente tiempo para descansar, así que trataba de hacerle las cosas mas fáciles y no interrumpirla nunca. Desde que murieron nuestros padres, ella quedo a cargo de mi y empezó a trabajar en un hospital de emergencias como enfermera nocturna y su agenda nunca estaba libre para nada que no fuera el trabajo.
Llegue a la cocina y abrí la alacena, saque unas galletas y las abrí, fue algo realmente extraño lo que sucedió, cunado abrí el paquete el olor de las galletas penetro en mi nariz y me dieron nauseas y corrí al baño a bomitar, volví a la cocina y abrí la nevera, todo tenia olor a podrido, cerré la puerta y le di la espalda a la nevera. Mire hacia la mesa del comedor y vi una bolsa negra, y junto a ella habia un sobre, lo cojí y lo habrí. Decía: "Se que lo necesitaras, te sentirás un poco extraña esta mañana, tomatelo todo. Atentamente, M.A."
Empecé a abrir la bolsa negra con suspenso, sabia que esto me iba a sorprender demaciado. Al fin, cuando puede abrirla, vi una bolsa transparente llena de sangre, por lo menos allí habían 3 o 4 litros. Empecé a temblar y la cojí, al cojerla, soltó un suave y agradable aroma, se me hizo agua la boca. Mi cuerpo y mi mente se debatían entre el si y el no, no sabia en que estaba pensando, una parte de mi mente consideraba esto repulsivo e inhumano y la otra que se hacia mas fuerte con cada respiro quería bebersela en un sorbo.
Hice caso al mas fuerte de mis instintos, acerque la boquilla de la bolsa a mi boca y empecé a beber, mi garganta se sentía fresca y saciada, mi cuerpo lleno de energía, mi mente clara y fuerte y mi legua sentía el mas dulce sabor jamas probado.

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